PRENSA Y PERIODISTAS EN LA MASONERÍA ASTURIANA (1ª Entrega)
Continuando con el nivel de aportaciones historiográficas sobre la historia de la masonería asturiana, hace unos día cerraba la correspondiente a la de los fotógrafos, litógrafos y otras profesiones gráficas que se dieron en el seno de la masonería astur tanto del siglo XIX como del XX, hoy traigo a colación un capitulo que está dentro de la Historia de la Masonería gijonesa del siglo XIX como de XX.
Se trata de la prensa masónica, y del papel jugado por los diferentes masones tanto en la prensa propia, como el que jugaron como masones en la llamada prensa "profana" , en la cual se denotan abundantes presencias.
Les dejo con el aporte
Se trata de la prensa masónica, y del papel jugado por los diferentes masones tanto en la prensa propia, como el que jugaron como masones en la llamada prensa "profana" , en la cual se denotan abundantes presencias.
Les dejo con el aporte
Los francmasonería como institución no ha tenido a lo largo de su historia en Asturias una excesiva presencia en los medios de comunicación, los periódicos o revistas propias han sido escasas y, las colaboraciones periodísticas en otros medios a través de manifiestos o documentos similares tampoco han sido abundantes.
Esa falta de
medios de expresión viene explicada en parte por el control inquisitorial que
la Iglesia y, los poderes políticos conservadores desarrollaron durante mucho
tiempo en el seno de la sociedad asturiana, lo que dificultaba cualquier labor
de difusión masónica[1].
Téngase en cuenta que por ejemplo en Oviedo el Obispo
Martínez Vigil en marzo de 1897 realiza un decreto con estas características:
“Prohíbanse también las obras que establecen que el duelo, el suicidio o el divorcio son lícitos, que tratan de las sectas masónicas u otras sociedades del mismo género, y pretenden que son útiles y no funestas a la iglesia y a la sociedad, y las que sostienen errores condenados por la Sede Apostólica[2]
El Decreto del 23 de octubre de 1868 de Sagasta,
Ministro de la Gobernación y, reafirmado por la Constitución de 1869 que serán
los elementos que institucionalicen la libertad de pensamiento y su libre
expresión oral y ello permitirá un gran desarrollo de la prensa regional que se
consolidará durante la Restauración, donde la prensa de opinión y la surgida de
los partidos políticos conoció un gran auge.
Estos decretos tendrán luego ciertas restricciones,
pero aún así, ello va a suponer una
apertura de todo el cauce de expresión del cuerpo intelectual y político del
momento.
La Orden masónica en un primer momento no parecía,
dada su peculiar idiosincrasia y discreción, muy proclive a una labor
publicista, ni a una a la labor proselitista a través de la prensa y, menos en
las circunstancias temporales en que nos estamos refiriendo, a excepción de
aquella que se expresaba en los órganos oficiales recogida en diversos Boletines,
que tenían más un carácter informativo que doctrinal, de ahí que estuvieran
constituidos como nexos de unión entre las logias, capítulos y los distintos organismos
superiores de las Obediencia, contribuyendo a dar cuerpo y forma al sentido de
pertenencia a una Obediencia, a la vez que marcaban las pautas del debate
interno y las diferencias con el resto de las Obediencias. Ese es pues el
ámbito en que se van a mover dichas publicaciones que además no van a ser de
carácter regional sino que estaban en su mayoría radicadas en los valles donde
se asentaba el Consejo de la Orden.
En Asturias la situación sociopolítica colaboró para
que la la prensa masónica en nuestra región fuera más bien exigua si cabe, arrojando
este saldo: un solo periódico en el siglo XIX, y dos publicaciones en el primer tercio del
siglo XX, que tienen como cara que tienen como característica común entre todos
ellos, el haber sido publicaciones de muy corta vida.
Esa necesidad de salir del anonimato que se registró
en algunos momentos, fue más bien fruto
de las circunstancias externas, como podían ser los ataques que se prodigaban
desde distintos púlpitos y, también por la presión que había con la puesta en
marcha de las ligas antimasónicas, lo que obligó a distintos colectivos
masónicos a generar una prensa propia, fundamentada en dos objetivos:
1º/ Que les sirviera de ariete contra
las ligas antimasónicas que los “cogolludos” les estaban orquestando.
2º/ Poder salir del estrecho cíngulo
del secretismo al que estaban sujetos los miembros de la Orden y, que en parte
les impedía dar a conocer las propuestas que la masonería aportaba ante la
situación social y política del momento.
Esa circunstancia también se conjuga con una membresía
de alto nivel económico y con un bagaje cultural que se va a dar en las logias
ovetenses del siglo XIX, compuesta en una buena parte por una burguesía
progresista de empleados, abogados, y catedráticos como: Fermín Canella,
Braulio Vigón, Collar del Peso, Vega Isla, Inocencio Sela, Alarcón Jimeno, habituados
todos ellos al mundo de la escritura y la prensa, que van a buscar otros cauces
de expresión fuera de los “raquíticos” boletines oficiales de las Obediencias.
Este abundante caudal de recursos humanos de extensa
formación, capaz de afrontar los retos que desde los estamentos católicos se les
estaban planteando van a entrar en el mundo del periodismo bajo un amplio
espectro de vinculaciones, como colaboradores, propietarios de periódicos,
periodistas profesionales etc.
Aunque no todos
esos recursos se van a lanzar a una campaña a pecho descubierto sino que muchos
de ellos van a escribir en diversos
periódicos o revistas de la época, de muy distinta tendencia y, no siempre de
una forma concordante con los presupuestos masónicos de la Obediencia a la que pertenecían
pero sin que ello les presuponga dar a conocer su condición masónica, o dar a
conocer temas internos o ser divulgadores de las posibles directrices
masónicas, si es que las había .
Podemos afirmar que las colaboraciones periodísticas
entroncan más bien con la filosofía de la cual bebe la masonería, como es el
krausismo personificado en la Institución Libre de Enseñanza y, por tanto el
tono de esas colaboraciones van a estar en la línea de una apuesta social por
la educación, o la mejora social y laboral y, la divulgación antropológica. Algunos
de los masones incardinados en la política van a emprender aventuras
periodísticas importantes en dicha época y, sin embargo en esos medios que
dirigen o coordinan tampoco se ve de forma clara esa tarea difusora de las
ideas masónicas al menos de una forma clara.
Cierto es que no se ha abordado un estudio
cuantitativo de las distintas colaboraciones periodísticas de los masones
asturianos y, tampoco se ha hecho un análisis profundo de sus contenidos y, menos
desde la perspectiva del metalenguaje, de cara a rastrear en ellos, la
existencia de un mensaje transmisor de la “esencia masónica”.
Ello necesitaría de un examen crítico y profundo,
cuestión compleja y ardua, que sobrepasa los límites de este trabajo; metiéndonos
a su vez, en el complejo nudo gordiano del que ya Aldo .A Mola en su artículo
sobre “Prensa masónica, liberal y anticlerical” nos adelanta:
“Debemos preguntarnos si todos los colaboradores de las revistas que analizamos fueron masones, y en caso afirmativo, si sus artículos respondían a las directivas de la Orden,( y en particular, a directivas de las que los interesados y sus lectores eran conocedores y a su respecto, estaban de acuerdo) o se trataba de elaboraciones subjetivas, dictadas por la creatividad individual, sin tener en cuenta “planes” o, cuando menos, una orientación o programa, en cierta forma discutido, aprobado, promovido, y traducido precisamente, en estos o aquellos artículos”. :[3]
“La dificultad que entrañaba a los masones definir la masonería, les obligaba incluso a definirla por negación y esto demuestra una instrucción masónica insuficiente o tendenciosa, aunque , no obstante algunos miembros de la Institución son capaces de ofrecer una visión más conforme y concisa [...] aborda la cuestión de la religión y nos dice que la masonería no es una religión, ni una secta, ni un partido político; que es una asociación fundada en el libre examen y que ni impone ninguna creencia religiosa”[4]
A este respecto
hay constancia de una acción más publicitaria y proclive a la participación
política de carácter republicano y que proviene de la logia Luz Ovetense, que va a poner en la calle
en 1886 [5], una publicación semanal
que se denominará “La Verdad” Seminario Democrático, a través de cuyas páginas habrá un continuo
llamamiento a la unidad republicana y masona, dando a conocer tanto la vida
republicana zorrillista en la que se encarnaban parte de los masones ovetenses,
como una buena parte también de la vida interna de las logias ovetenses.
En los talleres gijoneses (que llegan a la suma total
de ocho formaciones masónicas entre 1850 y 1898),[6] les pasa algo parecido,
aunque estos últimos no sienten en principio la necesidad de sacar a la luz un
medio de expresión que diera a conocer sus ideales o propuestas y, la
confirmación a ésta aseveración, es que dado el componente profesional,
cultural y económico de las logias de aquellos momentos, hubiera sido fácil
poner en la calle un medio de expresión a pesar de las trabas legislativas y de
censura (que las había), al igual modo que lo habían hecho algunos miembros de
la masonería, que en función de sus intereses ideológicos y partidistas, como
era el caso del francmasón Apolinar Menéndez Acebal que editaba un periódico
republicano La Aurora.
Los distintos publicistas y escritores masones
encuadrados en las logias gijonesas, tienen cabida en los diferentes medios de
expresión que se dan dentro fuera de la región, aunque no con tanta
proliferación como sus hermanos los ovetenses, que copan buena parte del mundo
periodístico. Aunque en general siguen tanto ovetenses como gijoneses la misma pauta de comportamiento no abordar o
realizar tareas de difusión, ni de una defensa abierta frente a los ataques, al
menos de una forma individual sobre la francmasonería.
Aún con dicha situación dentro de las logias gijonesas
del XIX, se recoge la presencia de un periodista, concretamente de Nicolás
Antonio Peña Pintado, natural de Oviedo, que se encuadra dentro de la
singular logia Perla del Cantábrico
(logia de la cual se habla en el capítulo Masonería y Milicia), que trabajaba
en los valles de Gijón. En dicho taller Peña Pintado ejerce en el curso
masónico de 1891 de Orador, y
responde al simbólico de Aristogiton, ostentando en aquel momento el grado de Maestro Masón (3º)
De las pocas
noticias escritas que nos han llegado de este periodista, está un pequeño
discurso que realizó en el acto de instalación del taller en el cual habló a
sus hermanos masones sobre el “concepto
de masonería y la ineficacia en todas la épocas de las religiones positivas,
puesto que ni antes ni ahora han podido cumplir el fin para que fueron creadas”[7]
Otro de los publicistas gijoneses y miembros de la
masonería del siglo XIX, es Apolinar Menéndez Acebal, que colaboró
en diversos periódicos democráticos: La
República Española (1869)[8] de Gijón; El Eco de Asturias (1877) de Oviedo y, en
la Ilustración Gallega y Asturiana
(1880-1) de Madrid. Así mismo fundó y dirigió su propio semanario de carácter
republicano titulado La Aurora”, y
también el Municipio.
Apolinar Menéndez se encuentra en los cuadros lógicos
de dos talleres: La Razón en 1878, y
más tarde se convertirá en el Venerable de la logia Amigos de la Naturaleza y de la Humanidad (1879-1886) durante el
curso masónico de 1879-1880.
Así mismo dentro de las logias gijonesas, hay
distintos hiramitas relacionados con el sector de las artes gráficas, como el
impresor Vicente González Palermo, adscrito al primer taller gijonés: Los Amigos de la Naturaleza y Humanidad
(1850-1854) donde ejercía de Guarda
Sellos. Nacido en Oviedo en diciembre de 1821y residía en la Plaza Mayor n1
5 de Gijón.
También estaban el tipógrafo Francisco Díaz y el
cajista Agapito Llames Umaña; amén de los dibujantes Emilio Schmidt, y Antonio Ángel
todos ellos miembros del último taller gijonés del siglo XIX, la logia Amigos de la Humanidad, formación que ya
hemos vista implicada en varios temas como la dignificación de cementerios, o
la enconada lucha que mantuvieron ante el elemento clerical de la ciudad.
Como conclusión, podemos decir que dentro de los
masones que salen a la palestra pública, concretamente en los periódicos,
principal medio de expresión de la vanguardia liberal del siglo XIX y, sin
entrar en un análisis minucioso de sus escritos, en líneas generales no se
registra un afán proselitista, ni parece existir una mentalidad de querer atrincherarse
en una defensa a toda ultranza de la Orden, que es lo que parecería normal frente a los ataques que ésta recibe, que son
muchos y abundantes.
Realizado un somero análisis, se puede comprobar que
son escasas las referencias bibliográficas sobre la masonería tanto en
artículos como en folletos, salvo el caso aislado del periódico antes
mencionado editado por la logia Luz
Ovetense, [9]
la prensa y los masones
en el siglo XX.
El siglo XX, en su primer tercio arroja un panorama distinto, habrá una mayor
vinculación de los masones con el mundo de la prensa, ocupando diversas
posiciones, desde la propiedad, a las tareas de dirección o redacción y, a diferencia de lo que sucedía en el siglo
anterior, algunos de ellos dejaran al
descubierto su condición de francmasones, bien por su posición como directores o redactores de los distintos
periódicos masónicos o paramasónicos, o bien como una opción personal en la
cual se encuentran: Avelino González García, o Isaac Pacheco, que pueden ser
claros ejemplos de lo que se expone.
Al producirse la atomización de talleres masónicos en
Gijón, en torno a la sede de la Gran
Logia Regional del Noroeste (que se consigue tras no pocos esfuerzos), será en
estos valles donde concentren también su labor profesional y social los
diversos hiramitas. que la componen y, que
se nuclearan alrededor de otras publicaciones que en esta
ocasión van a cubrir un mayor espectro sociopolítico que va desde el órgano oficial del socialismo: El Avance, al diario confederal del
sindicato “CNT”.
Aunque en este siglo la masonería no tendrá un medio
oficial en Asturias, al margen de los intentos que luego referiré, habrá un
medio que oficiará como órgano
extraoficial de la masonería y será El
Noroeste, periódico reformista en el
cual encontremos continuas referencias, sobre los distinguidos masones que actuaban en la vida
pública y, sobre las actividades o actuaciones de las logias. Constituyéndose en
una
prensa paramasónica (publicaciones que, sin ser órganos oficiales de logias y
de obediencias, sus directores o redactores eran, masones, o aquellas otras
publicaciones que desde sus columnas se sintonizaba ideológicamente con los
planteamientos de los hermanos masones)[10] claramente
diferenciada de otra estrictamente masónica. En realidad la prensa paramasónica es difícil de precisar
y determinar. Nos faltan estudios; aún así podemos considerar que toda prensa
republicana lo era.
Dentro de las logias jovellanistas, de siglo XX, se encuentra una amplia nómina de periodistas:
Fernando García Vela, Pedro González Blanco, José María Suárez, Avelino
González García, Valentín Ochoa; José Díaz Fernández; Juan Menéndez Arranz;
Benigno Fernández Martínez, etc.
Existen otros periodistas masones, que no se han
traído hasta éstas páginas por estar en un ámbito geográfico distinto al
gijonés, como es el caso del periodista del periódico Avance: Jesús de la Vallina, natural de Oviedo y miembro de una
logia ovetense; o el de Valentín Ochoa y Francisco Caramés Riopedre, miembros el
primero de la logia Riego y, el segundo vinculado documentalmente a la Argüelles,
los cuales desarrollan sus periplos periodísticos y literarios en la cuenca del
Nalón; paralelamente lo mismo hacía en la cuenca del Caudal el francmasón del triángulo Costa: Cándido Barbón, que sacaba a la calle El Despertar de Turón.[11]
Víctor Guerra Garcia. Historiador de la Masonería Asturiana
[1] En aquellos momentos la Iglesia
había sacado las encíclicas “Qui Pluribius” Pío IX, y León XIII. Humanun
Genus” en 1884.
[3]
Dicho trabajo se encuentra en
el libro “Masonería y Periodismo en la España Contemporánea” Prensa
Universitaria.
[4] Martín, P. Luis: La Masonería
en Castilla y León. Diputación Prov. De Salamanca. 1996 . pag 248.
[5][5] Álvarez Lázaro, Pedro: En su libro
“La Masonería , escuela de formación del ciudadano” hace referencia en
la parte documental a diversos números: 16 de junio; 7 de julio; 25 de agosto;
8 de septiembre; 15 de septiembre; 22 de septiembre; 1 de noviembre y 17 de
noviembre, todos ellos de 1889.
[6] Las logias gijonesas eran: logia Los
Amigos de la Naturaleza y Humanidad (1850-1854); Los Amigos de la
Naturaleza y Humanidad (1871-1875); Amigos de la Naturaleza y de la
Humanidad (1879-1888); Amigos de la Humanidad (1889-1894; logia La
Perla del Cantábrico (1891-1892); logia La Razón ( 1874-1888); logia
Ciencia y Virtud, y el Capítulo Provincial Juan Padilla.
[7] Noticia recogida del Boletín de Procedimientos del Soberano Gran Consejo
General Ibérico, año III. Madrid 12 de abril de 1891.
[8] Este periódico era el órgano del
embrionario partido Republicano Federal, en el cual encontramos a los
francmasones Eduardo Guilmain, al propio Apolinar, que colaboraban en la
redacción y como redactor trabajaba Braulio Vigón. El periódico se editaba en
la imprenta del alcalde de Gijón Nemesio Sanz Cespo, era dirigido por Eladio
Carreño.
[9] Hay que tener en cuenta que no se
ha hecho un rastreo de toda la hemerografía asturiana para ver con detalle tal
cuestión.
[10]
De
hecho van a ser diversas las veces que la logia o la GLRN se dirija a Antonio
Oliveros , Director de Noroeste, dándoles las gracias por lo artículos
publicados o los toques de atención que se daban desde el periódico. Así pues
tenemos en el libro de Oliveros, pag.
180 y 181 unos comentarios al respecto y
la reproducción de varias cartas que Alberto de Lera envía a modo de felicitación reconociendo “lo justificado de los propósitos
de su campaña a fin de levantar el espíritu, y con ello despertar los
sentimientos de humanidad, es por lo que esta Logia se honrad dedicar a usted,
respetable señor , estas líneas. Reciba usted, pues nuestra enhorabuena y sepa
nos tiene a su disposición”
[11] Este periódico era de tirada
mensual y de carácter socialista, su primer número se editó el 2 de julio de
1919, alcanzó una tirada de cuatro números, de los cuales solo se conservan el
nº 3 y 4. Recogido del trabajo publicado en el BIDEA nº LVI “Periódicos
publicados en Mieres” por Antonio Pérez Feito. pag. 82.
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