MASONERIA EN GIJÓN. SIGLO XX (3ª Entrega)
Panteón de la los Riera en Gijon.
5.- LA MASONERÍA GIJONESA DEL SIGLO XX
La masonería asturiana del siglo XIX, se disuelve en las distintas problemáticas que se suscitan a raíz del desastre del 98, y también por las tensiones que hay dentro de las distintas obediencias que imperan en el territorio español y que evidentemente repercuten en las pequeñas masonerías regionales, que lleva al desgaste de algunos de sus miembros y su posterior abandono.
A partir de 1902 el Grande Oriente Español propugna una reforma interna de sus Constituciones y se inscribe con propia personalidad jurídica según disponía la Ley de Asociaciones y ello facilitará la reorganización y recuperación de aquellos en los que aún prende la llama masónica. que serán los encargados de constituir el primer taller que se dé en el primer tercio del siglo XX.
5.1 El Triángulo “AMESE”
El 15 de Octubre de 1911 se reúnen en Gijón, tras diversos encuentros, a iniciativa de uno de ellos, el fotógrafo Luis Medina Farias simbólico “André” exaltado al grado 2º de Compañero [i] en 1905 (se ignora en qué taller), que propone a Francisco Seguí Marty grado 32º de simbólico “Gurrea”, y a Nicanor Alonso Maceda que es el único que se recoge en los cuadros lógicos del siglo anterior, concretamente en la logia Amigos de la Naturaleza y de la Humanidad en1880 en el cual adopta el simbólico de “Lincoln”, más tarde se vuelve a afiliar al taller Amigos de la Humanidad, prácticamente desde su fundación hasta su abatimiento en 1894. Con sesenta y siete años y viudo, emprende una nueva aventura con un taller que será el primero que se instale en Asturias en el siglo XX, y que tendrá como sede de instalación la ciudad de Gijón.
El resultante de esos encuentros será la formación de un triángulo que se denominará “AMESE”, acróstico formado por las iniciales de los apellidos de sus tres componentes. Así comienza una larga andadura masónica que concluirá años más tarde con el conflicto de la Guerra Civil española y los procesos de persecución por parte del régimen franquista.
Pero hasta ese instante final, ¿Qué pasa en el desarrollo de la masonería asturiana?
Habría que hablar más bien de una masonería gijonesa, dada la atomización de talleres que se da en este siglo en la ciudad natal de Jovellanos. Esta inicial formación el triángulo AMESE en Junio de 1912, cuenta con doce miembros uno de ellos Segundo Goñi Araiz, será un militar y “masón durmiente”, que había estado afiliado a la logia Juan González Río que trabajaba en los valles de Oviedo en 1888. Otro será un indiano a juzgar por la adopción del simbólico “Buenos Aires”, y el resto se habían ido iniciando en éste entretiempo. Un mes más tarde, todos ellos dan el paso de solicitar al Grande Oriente Español, “que dados los efectivos del taller se les conceda la carta patente[ii] como logia justa y perfecta”, por lo cual optan por poner el taller bajo la advocación del gran ilustrado gijonés, pasando a denominarse logia Jovellanos.
5.2 La Respetable Logia Jovellanos nº 337
La Respetable Logia Jovellanos, aún en “instancia” trabaja en el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, y sus tenidas las celebrará los viernes de cada semana a la 7 de la tarde, en el domicilio de la Calle Comercio 18, 2º. Siendo su primer cuadro de luces el siguiente: Francisco Seguí Martí como Venerable; Nicanor Alonso Maceda como 1º Vigilante; José María Rodríguez como 2º Vigilante, y Antonio Moriyón Díaz como Orador.
El Ayuntamiento de Gijón, va convertirse si no en la cantera de donde provengan estos primeros masones, si al menos su punto de encuentro, [1] puesto que el primer cuadro lógico de Julio de 1912 de la logia Jovellanos hay varios masones que ocupan cargo en el Consistorio bien como concejales o bien como empleados, así tenemos a José María Rodríguez, Eleuterio Alonso Alvarez, Casimiro Acero Méndez como concejales y Alberto de Lera Álvarez y a José Morilla Solís, como trabajadores del Ayuntamiento. Pero vayamos desgranando, quienes son cada quien, aunque ello signifique adelantar acontecimientos.
José María Rodríguez es una de las figuras más destacadas de la masonería asturiana con proyección nacional e internacional que, junto a Augusto Barcia, otro asturiano de la parte occidental, concretamente de Navia, compartió el gobierno del Grande Oriente Español durante un tiempo. Será en el Congreso Masónico de 1926, el cual depondrá a ambos de sus altos cargos.
Este activo “indiano” , con residencia a caballo entre Gijón y Madrid. Nace en Bospolin (Cabranes) en marzo de 1872, con diez años emigra a la Argentina de ahí que utilice el nombre simbólico de “Argentino”. Regresa en 1905, fijando su residencia en Gijón y vinculándose políticamente primero con el republicanismo, el cual abandona para militar en el partido reformista de Melquíades Álvarez. Todas estas circunstancias han llevado a algún historiador a confundir a José Mª Rodríguez con otro José Mª Rodríguez, alias Pepín Rodríguez.[2]
El hiramita de simbólico “Americano” aspira al acta del Diputado, pero la reticencia de Melquíades Álvarez acerca de sus pretensiones, le lleva a optar al cargo de Concejal, saliendo elegido y nombrado Teniente Alcalde por el Partido Reformista en la ciudad de Gijón en 1909. En el banco de la Corporación, no se encontrará sólo, sino que estará acompañado por varios masones, o que lo serían en breve.
Como concejal tiene un objetivo primordial, que el puerto gijonés se convierta en punto de atraque y escala para los vapores trasatlánticos, a cuyo proyecto se vincularán prohombres como Antonio Morillón (consignatario) o Justo del Castillo, (que tenía grandes fincas en la zona donde se pensaba construir el puerto del Musel) y que comparten con José María la condición de ser o haber sido francmasones. En 1910, a mediados del mes de diciembre, José Mª Rodríguez presenta ante la Corporación la renuncia del acta de Concejal, por tener que ausentarse temporalmente. Finalmente desde la regencia municipal se opta por sustituirle ante su reiterada petición y sus largas ausencias, por otro miembro de la masonería: Casimiro Acero Menéndez.[3]
José María Rodríguez obtiene el grado de Compañero (2º)que se le otorga por delegación en la logia Ibérica de los valles de Madrid donde estaba asistiendo a diversos trabajos. En el seno del taller gijonés ejerce las labores de dirigir la marcha durante las diferentes ceremonias, y de introducir y acompañar fuera del templo a los hermanos colocándolos según cargos y dignidades tal y como corresponde en logia al cargo de Maestro de Ceremonia.[iii]
A partir de este momento comienza un rápido ascenso en la masonería, en junio de 1913 se le exalta a Maestro (3º), y al año siguiente ejerce en la logia Jovellanos de Venerable, con el grado capitular de Maestro Perfecto (4º); en 1915 se le otorga el grado de Maestro Elegido de los Nueve (9º), para concluir en 1916 por acuerdo unánime de la Asamblea de Supremo Consejo se le otorga el grado de Soberano Gran Inspector General (33º) último grado del Rito Escocés Antiguo y Aceptado.
José María accede en 1924 a la Gran Maestría del Oriente Español que estaba vacante desde 1922. Su veneratura es considera como un equipo de transición o de consenso entre los poderosos maestres que presidían las Grandes Logias Regionales, que se mostraban un tanto rebeldes ante la autoridad del Gran Consejo del Grado 33º.[4] A consecuencia de los problemas por los que pasaba el Gran Consejo y tras el denominado asunto Torres Campañá quedan descabalgados los dos asturianos ( Barcia y Rodríguez) cesando en su alta Veneratura en mayo de 1926, período durante el cual se consolidó el régimen autonomista de la obediencia que fue presidido por la articulación de las Grandes Logias Regionales, que habían sido aprobadas unos años antes.
En Gijón entre los días 18 y 24 de junio de 1928, en la sede de la Gran Logia Regional del Noroeste se celebra la VII Asamblea Nacional Simbólica del Grande Oriente Español, y tras ello José María solicita su plancha de quite de la Jovellanos 1 para incardinarse definitivamente en los valles de Madrid en el seno de la logia Condorcet nº 13, que había fundado su amigo Augusto Barcia, y recreada en 1929 para mantener erguida la bandera del apoliticismo de la orden masónica.
Como premio a su meritoria labor en 1934, José Mª Rodríguez fue nombrado Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo, falleciendo unos meses más tarde, 11 de diciembre de 1934, en su domicilio de Madrid, ciudad donde actualmente está enterrado.
Alberto de Lera Álvarez. Sí el anterior francmasón rigió los destinos de la masonería española y ocupó en ella grandes cargos, Alberto de Lera, lo hizo sobre la masonería asturiana sin contestación a su alta autoridad. Alberto había nacido en Oviedo en junio de 1864. Con diecisiete años entra a trabajar en la Diputación de Oviedo, y será con el comienzo del año 1900, cuando opte por una plaza de Contador de Fondos Municipales en el Ayuntamiento de Gijón, doce años más tarde se incardina en la logia Jovellanos que aún esperaba su carta patente. A finales de 1912 De Lera ya tiene el “mandil con la baveta doblada”, [iv] en señal de que ya ostenta la formación necesaria para sentarse en el banco de los Compañeros (2º ) ejerciendo el cargo de Maestro de Ceremonias .
En 1916 aparece en los cuadros lógicos y los balaustres[v] como Venerable Maestro de su logia, cuestión que no abandonará hasta que se constituye la Gran Logia Regional del Noroeste (GLRN), (elemento coordinador de todos los talleres que abarcaba su territorio, que eran Asturias, Galicia y León) pasando a regir los destinos de dicho órgano constituyéndose en un Gran Maestre Regional, de enorme prestigio y muy combativo, vena que mantenía en 1916 como Venerable de la Jovellanos 337, en la cual ya mostraba de este talante:
“ Recordad que, en cambio, allá por el otro siglo nuestros Hermanos fabricaron un ambiente ciudadano amenazando siempre revolución, donde no existía esta inestabilidad actual, sino la protesta, la indignación, la lucha. Y esto todo lo hizo la Masonería de tal modo que las decisiones de las logias forman la historia de aquel tiempo. Nosotros creemos que este papel es el que debe jugar nuestra Orden. Hay buena masa, sólo falta un desinteresado y cariñoso director. La Orden, si quiere ser una institución eficaz, debe ponerse al frente de este movimiento para encauzar la opinión liberal por el verdadero camino”[5]
Alberto de Lera una vez accede a la gran maestría de la GLRN, abandona la logia Jovellanos n° 337 (que pasa a convertirse en la Jovellanos n° 1), y desembarca en un nuevo taller aún en “instancias” la logia Riego, con sede en los valles de Gijón, en la cual se va a integrar no solo él, sino también dieciocho hermanos más que le secundan en esta nueva aventura, y cuya característica común a todos ellos es la causa Reformista. No en vano Lera, es el gran organizador del reformismo gijonés. En parte esa labor organizadora y aglutinadora de Alberto de Lera es aprovechada por Melquíades Álvarez para ir acrecentando las bases de su reformismo a través de las logias. Estructurándose un difícil binomio de Masonería y Reformismo, que tantos problemas acarreará a la masonería asturiana, y cuyas repercusiones son las expulsiones de la orden o la creación de nuevas logias. Fuera como fuere, Alberto de Lera junto a su inseparable Gran Secretario Antonio López del Villar, van a comandar los designios de la masonería asturiana hasta la muerte del Gran Maestre en cctubre de 1932.
El mandato del tanden Lera y López del Villar, se va a notar enseguida. Hasta 1922 la logia Jovellanos va creciendo de forma lenta, pero será a partir de ésta fecha, cuando los talleres se revitalicen llegando en 1930 a ostentar en toda la Regional unos 284 afiliados, de los cuales 99 provenían de las filas de la Jovellanos 1. En 1933 superadas diversas dificultades internas (en un momento políticamente delicado), se llega a contabilizar en la GLRN unos 482 masones encuadrados en unos 15 talleres, repartidos a su vez por toda la franja astur-leonesa y las provincias galaicas.
Otro de los masones significados en esta primera época es Casimiro Acero, un rico propietario que utiliza el simbólico libertario de “Proudhon” dentro de la primigenia formación Jovellanos aún en “instancias” donde tiene asignado el cargo de Experto, ostentando el ribeteado mandil de Maestro Masón (3º). Por esa misma época sustituye a José Mª Rodríguez como concejal en el consistorio gijonés. Otro miembro, pero esta vez empleado del Ayuntamiento como 2º Oficial de Aguas es José Morilla Solís, dentro de la masonería adopta el simbólico de “Ferrer” y ejerce como limosnero de la logia, aún con la baveta levantada como Aprendiz Masón (1º) que es. Comparte taller y proyectos con su jefe de trabajo Alberto de Lera, que éste en esos tiempos está muy interesado en todo el abastecimiento de aguas a la ciudad de Gijón, por lo cual se apoyará en aquellos subordinados que además reúnen la condición de “hermanos”, y de aquellos otros que pueden ayudarle en conseguir sus objetivos, como la traída de agua del Peranchu de Nava a Gijón. Para conseguir tal fin se va apoyar en los hermanos masones de Nava, enmarcados en el triángulo Ferrer: Rafael Zapatero y Gustavo Acebo, ambos en el consistorio de Nava.
En la logia Jovellanos 337 de finales de diciembre de 1912, se van a dar diversas incorporaciones entre ellas dos hombres de Oviedo que también marcaran fuertemente a la Orden. Su presencia en la sociedad es de igual forma decisiva y en parte buscada puesto que de Melquíades Álvarez , el luego sería el gran tribuno del reformismo, ya sale mentado en diversas cartas de las logias de finales del siglo XIX, como individuo interesante. Melquíades se inscribirá en la logia gijonesa adoptando el simbólico de “Triboniano”. La otra gran figura destacada es la del que luego llegaría ser diputado socialista Teodomiro Menéndez, que adopta el simbólico de “Europa”. En esos momentos, también se afilia la masonería el catedrático gijonés Ulpinano Alonso que adopta el simbólico “ Saturno”.
No será hasta 1922 cuando el taller Jovellanos 337, alcance la cifra de ochenta y ocho miembros entre los cuales se destacan el indiano y carreñense José Bango León, José Antonio de la Riera, o Cesáreo del Valle Junco (Cabranes).
[1] Ver cuadro anexo de la presencia de masones en el Ayuntamiento de Gijón.
[2] Hay en esos momentos en Gijón, otro personaje que se confunde con nuestro “americano”, y es Pepín Rodríguez hijo del propietario del Banco Gijón, Florencio Rodríguez, que ocupó además de varios consejos de bancos asturianos, optó por la política llegando a ser Diputado por Villaviciosa en 1914 y 1916, aún cuando tenía el domicilio en Gijón. Estas similitudes de apellidos y nombre, además de la curricular, han generado una confusión entre algunos historiadores al tratar a uno y otro personaje.
[3] AMG. Actas de la Corporación de 1910.
[4] Dolores Gómez Molleda, en el libro ya citado, desarrolla de forma muy interesante los conflictos entre el filosofismo y el simbolismo.
[5] “Memoria” de Alberto de Lera, Venerable de la logia Jovellanos Gómez Molleda. obra citada.
[i] Compañero. Segundo grado del simbolismo, adoptado en todos los Ritos. Viene a representar la segunda edad del hombre, el grado de compañero implica un profundo estudio filosófico y social. La instrucción del grado de compañero le inculca que debe pensar, sentir y obrar cognición, emoción y actividad. La edad de dicho grado es de cinco años, que a su vez, son los mismo que se dedicaban los pitagóricos al estudio antes de poder optar al grado de Maestro Masón. El compañero en el taller lleva su mandil con la baveta doblada en señal de haber aprendido a manejar las herramientas de su grado que son el cincel, el mallete, la plomada, el nivel, la regla, la palanca y la escuadra.
[ii] Carta Patente. Se llama así al título de Constitución dado por una Obediencia a una logia, capítulo o triángulo masónico, lo cual es signo de su regularidad.
[iii] Cargos u Oficiales de la Logia. Son los que ejercen un oficio o función dentro de la logia y son designados mediante votación de todos los miembros del taller: los cargos son Venerable Maestro, Presidente del Taller; 1º Vigilante, Director de los Compañeros; 2º Vigilante, Director de los Aprendices; Orador, Guardián de las Constituciones y censor de las Ceremonias.; Secretario, Memoria de la logia y de la relación con el exterior; Maestro de Ceremonias, dirige éstas y adentra a los hermanos en el taller; Experto, Hace observar el ritual; tesorero, conserva los fondos de la logia; Hospitalario o limosnero, administra los fondos de la beneficencia; Guardas Templo, serían los custodios dentro y fuera de la seguridad del templo y el Guarda Sellos, que verifica la autenticidad de los sellos y firmas de los documentos.
[iv] Mandil. Es cuando menos el símbolo distintivo más destacado de la masonería, al menos de puertas a fuera, y su simbolismo es el trabajo, que recuerda al masón que debe tener una vida activa y laboriosa. Su estructura es un pequeño rectángulo y una baveta triangular. En los dos primeros grados: Aprendiz y Compañero, el mandil es blanco y no lleva ornamentos, en el grado de Maestro los mandiles llevan símbolos bordados, y sus colores variaran en función del Rito.
[v] Balaustres. Se denomina así a las actas que redacta el secretario sobre todo lo tratado dentro de cada Tenida.
Víctor Guerra. Miembro del Centro de Estudios Históricos de la Masonería Española (CEHME)
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