Entrevista de LNE con Víctor Guerra

«Nuestro único secreto es no decir que otro es masón si él no quiere»

«Para entrar en una logia sólo se pide ser una persona normal, de buenas costumbres»

07:48
Víctor Guerra.
Víctor Guerra. lne

VÍCTOR GUERRA Experto en masonería 
Luján PALACIOS


Víctor Guerra (Gijón, 1955), es el máximo experto en masonería en Asturias, y ha escrito numerosas publicaciones sobre el tema. Hoy hablará en el Club LA NUEVA ESPAÑA sobre la masonería en Gijón en los siglos XIX y XX.


-¿Qué significa ser masón? 
-Ponerse unos guantes blancos y un mandil y seguir un ritual de entrada a un local, en el que se desarrolla una sesión pautada por un rito. Aparte de esto no significa nada más que tu propia búsqueda, intentar ser mejor a través de la reflexión en grupo. Nadie te va a imponer que hagas algo, es sólo un foro de reflexión interno.


-¿Y sobre qué debaten? 
-Sobre todo, desde temas sociales hasta políticos, entendidos no desde una perspectiva partidista, sino desde un ámbito generalista, sobre la guerra, temas simbólicos... a los más jóvenes se les imponen temas de debate, los Mestros tienen mayor libertad de planteamiento. Luego se abre un debate, que sirve para tu propia formación interna.


-¿Qué hay que hacer para ser masón? 
-Lo primero, llamar a la puerta. Sólo se pide que seas una persona normal, mayor de edad, inquieta, de buenas costumbres, y que puedas asistir dos veces al mes a las reuniones. Bien es cierto que luego se sigue un proceso rígido de selección.



-¿En qué consiste? 
-Después de que un aspirante pida entrar, se celebra una reunión con él para explicarle cómo funciona la logia. Debe formular una solicitud en la que explique por qué quiere entrar, quién es, qué estudios tiene... La ficha se lee en la tenida de la logia, que es el nombre que se da a las reuniones, y allí se hace una primera votación para iniciar el proceso de admisión. Al aspirante se le comunica que se sigue con el proceso, y tres miembros diferentes mantienen tres reuniones con él sobre diversos aspectos, para redactar un informe que se debatirá en la logia. Se vuelve a votar, y y si se da el sí, se celebra una reunión «bajo venda», con el candidato con los ojos vendados. Se le hacen unas preguntas y se vuelve a votar. Si se admite, se le llama a la iniciación, con una serie de pruebas simbólicas con fuego, aire y agua. Luego vendría la promesa masónica, y el aspirante siempre se podría echarse atrás.



-Les persigue un aura de secretismo. 
-El secretismo, que para nosotros sólo es discreción, es una buena excusa para la persecución. Que haya una serie de gente de diferentes religiones y creencias políticas que se une para debatir y reflexionar se percibe como un peligro. El único secreto que mantenemos es el de no declarar que otro es masón si él no lo dice antes. Eso se respeta por encima de todo.



-¿Les importa a los miembros de las logias que se sepa que son masones? 
-La verdad es que sí, pero nunca supe muy bien por qué. Sí lo entiendo desde un punto de vista de persecución, porque siempre dicen que los masones somos los culpables de los males de medio mundo. Hay muchos prejuicios.



-¿Usted ha tenido algún problema por ser masón? 
-Nunca, ni dentro ni fuera de la logia. Muchas veces soy más fruto de chungas que de marginación.



-¿Cuántos son en Asturias? 
-En Gijón rondamos los cien, agrupados en tres logias: la Logia Jovellanos, de la Gran Logia de España; la Logia Estrella del Norte, de la Gran Logia Femenina de España, y la Logia Rosario Acuña, a la que pertenezco, de la Logia Gran Oriente de Francia. En Oviedo está la Logia Derecho Humano.


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