ANTIMASONERIA EN ASTURIAS
Asturias es una tierra que en mayor o menor medida pues aportó una interesante nómina de francmasones, los cuales desde 1850 en adelante tenemos registrados, anteriormente también hubo masones, y se habla de La Pezulea, y otros, relacionados con los liberales asturianos, aunque eso no significa que todos ellos tengan que pasar por masones, como se suele hacer muy frecuentemente, de este modo vemos largos listados de masones, que al menos la decencia historiográfica debiera llevarnos a considerar como “supuestos”.
En todo caso junto a los masones, hubo también una cierta antimasonería que como ya hemos visto pues aportaron hombre como Alejandrino Menéndez, Don Pedro Inguanzo Rivero, y otros como el Obispo Vigil y su sobrino Arboleya
Pero quien concitó buen parte de los ardores antimasónicos fue un periódico ovetense que tuvo importantes diatribas contra la masonería, me estoy refiriendo a LA CRUZ DE LA VICTORIA que tuvo su vida entre los años 1889-1893 y que luego cambió su cabecera por LA VICTORIA DE LA CRUZ, llegando su vida hasta 19000.
Era un Diario tradicionalista de corte integrista que en 1886 insertaba en sus páginas del 11 de diciembre un artículo denominando a la masonería como la IGLESIA MASONICA:
Tiempo atrás, uno de los prohombres de cierto importante Municipio rural refería en un círculo de amigos las grandes y hermosas fiestas que se hacían en otro tiempo en su país, en honor de un Santuario de la Santísima Virgen, de que era aquel dia nos recordamos qué aniversario.
Hablaba de misas cantadas con maravillosa música, del concurso de gentes comarcanas, de la numerosísima procesión que ocupaba casi media milla de camino, y de todo lo demás propio de semejantes ocasiones. Más le interrumpió uno de los circunstantes, y le hizo esta pregunta:
.- Y Vd. y sus colegas del Municipio ¿Qué parte tomaron en aquella fiesta?
.- Nosotros? Pues nosotros nos contentamos con permanecer indiferentes y no ser nada más que simples espectadores.
.- Y sin embargo, se quiere que “el nosotros” de Vds “el nosotros” de la población.
¡Famosa representación en verdad¡- exclama el otro¡ Los representados en la procesión y los representados en el café¡
.- Pero ¡ Quien nos sabrá hoy que no se vive más que de ficciones legales? – Observó un vejete.
.- Y de embustes reales, añadió el primero.
.- Sepan ustedes, señores- contestó el Concejal- que nosotros representamos al pueblo en todo menos en las cosas de la religión, porque nosotros no hacemos ni funciones ni tenemos iglesias-
.- ¡Mentira – replicó el vejete- Vds tienen una iglesia muy famosa , la del diablo, y funcioncitas también. ¡Pues qué? ¿No estaba usted señor mío muy devotamente formado con otros cuando pasearon por el pueblo el busto de Garibaldi? ¡Ah ‘ Si se trata de procesión de todo el pueblo en honor a la Virgen, vosotros liberales tenéis escrúpulos de participar en esto que llamáis “supersticiones; más si lo que se trata es de hacer alguna payasada en la honra de los “héroes” de la secta, se sientes Ustedes enfervorizados con el ardor de la devoción-
Al llegar aquí, le vejete, todos procuraron calmarle temiendo que ocurriera una cachetina entre él y el Sr. Concejal. Más se deshizo el corro sin que aconteciera nada y más de uno y de dos se fueron alabándole y reconociendo que realmente las cosas pasan como había dicho y que los que con pretexto de la libertad de conciencia vuelven la espalda a la Iglesia de Cristo, van luego a hacerse humildísimos esclavos de la del demonio, que es la masonería.
No se puede negar que esto que parece una broma, es una verdad y una verdad evidente. No todos los llamados, o sedicentes liberales, son libre-pensadores y masones, (los hay de muchísimas grados) peo la mayor parte de ellos pertenecen seguramente a la secta a que han dado nombre, y con ella como si fuese su iglesia viven unidos.
Ni se creen dignos de que les adopte si no reniegan de la Iglesia de Cristo, parodiando sus dogmas, sus ritos y sus cultos, los cuales dan un cierto aire de supersticioso; por donde se ve que todos estos liberales que niegan la religión católica, se entregan al yugo servil y ridículo de la Masonería.
Sabido es que la masonería quiere que se la tenga por una Iglesia, y con ella se pretende sustituir en el mundo la de Jesucristo, y quiere pasar por una especie de religión natural que venza a la cristiana; todo lo cual se puede saber leyendo sus Manuales, y conociendo los secretos d la secta, como nosotros los tenemos demostrado en irrefutables documentos.
En ninguna institución remedan mejor a Dios Satanás que en esta secta anticristiana por antonomasia y diabólica, de lo cual nuestros lectores necesitan pruebas si hemos de dar detalles.
Sus propósitos como claramente se deduce de las confesiones de sus jerifes, es “la destrucción del Catolicismo”, y aún de la idea cristiana, que anhelaban destruir en su mismo centro que es Roma; “es la negación practica de toda conformidad de los actos humanos con el fin para el cual fue el hombre”. En suma la sustitución con los derechos del hombre de Dios, no solamente como Creador, sino como Redentor; no solamente como Autor de la Razón y de la Naturaleza, sino como Dador de la Gracia, Revelador de la Fé”
Supuesto este término constitutivo de una verdadera antiglesia, La Masonería ha tomado de la Iglesia de Cristo cuanto ha podido tomar; las logias sonde se celebran fiestas de carácter religioso; “el credo”, colección de artículos que se imponen a los adeptos y que éstos deben aceptar ciegamente, la moral, cúmulo de absurdos e hipocresías que convierten en bárbaro al hombre social y al individuo en sirvo de pasiones innobles; los misterios envueltos en sombras mitológicas que se manifiestan por frases, signos y cifras cabalísticas y nieblas que se van disipando según el adepto va adorando lo que ignora: la jerarquía, que nos obstante su ponderado dogma de igualdad, divide a sus individuos en diferentes grados, en títulos, insignias y autoridad diversa.
La iniciación o bautismo, que se repite cada vez que el adepto pasa de un grado a otro, y se confiera con fórmulas y ritos particulares y con tradición de instrumentos simbólicos los altares y sacrificios, a veces horribles y nefandos; los ornamentos, las flores, el incienso, los cánticos, las genuflexiones, las ceremonias, y para decirlo de una vez todo cuanto se requiere para su culto, sin excluir las solemnidades ni el calendario, compuesto conforme al Zodiaco.
Víctor Guerra. MM.:. e Historiador de la masonería asturiana
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