MASONES EN EL PACTO REPUBLICANO FEDERAL GALAICO-ASTURIANO

Ruiz Zorrilla y unos parlamentarios progresistas

MASONES REPUBLICANOS ASTURIANOS Y GALLEGOS  AL SOCAIRE DEL PACTO REPUBLICANO FEDERAL GALAICO-ASTURIANO

 La masonería española de finales del siglo XIX va a pivotar sobre dos elementos, que como tal, la van a caracterizar de tal  contundencia que pasará a los anales de la historia y a la literatura,  como el perfecto binomio de una institución que obedece a dos  parámetros ya casi tópicos como son  el anticlericalismo y el republicanismo.

 

En cuanto al primer parámetro del binomio, este vendrá de la mano de un laicismo beligerante que van a desarrollar algunos miembros inscritos en las más diversas  logias masónicas, los cuales  en ocasiones van a desencadenar un furibundo anticlericalismo que  secundan  no solo algunas logias como tal, sino también un amplio espectro de masones repartidos en triángulos, logias y capítulos que se dan  por el orbe peninsular.

 

En Asturias esa contienda anticlerical se va a materializar en el mismo  momento en que las logias toman posesión del suelo asturiano allá por el año de  1850,  que será cuando una serie de obreros cualificados  del vidrio y la loza desembarcan en Gijón atraídos por un incipiente desarrollo de tal industria, y tras labor intensa de captación  de un mahonés (José Victory) y algún que otro peninsular fundan la primera logia en Asturias: Amigos del Naturaleza y Humanidad.

El proyecto concluirá tres años más tarde con la condena galeras de algunos de sus líderes por orden de Isabel II[1].

 

Situada la masonería en la región,   mantiene ya desde un principio  una confrontación de tonos agrios y contundentes contra los que  consideran  sus enemigos, a los cuales les denominan como “la  clericalla y los cogollados”.

Tal beligerancia  la van protagonizar de forma contundente, logias un poco más tardías,  como fueron Nueva Luz, o la logia Juan González Río  Ambas radicadas en Oviedo entre los años 1.888-1893.

 

En Gijón el desarrollo de cierto anticlericalismo lo va a desarrollar fundamentalmente la logia  Amigos de la Humanidad (1.889-1.894).

 

Estos  serán los cuerpos masónicos que les tocará  lidiar  con la otra parte, la eclesial, que no tampoco se mostraba pacata a la hora de los ataques, y que tenía como punta de lanza intelectual la labor que  despliega en su momento el Obispo Martínez Vigil con sus Ligas Antimasónicas.

 

Este campo de lucha contra el clero regular se va ampliado con otro gran frente para combatir  la omnipresencia de los Jesuitas con sus fundaciones y su influencia en el seno de muchos estamentos de la sociedad asturiana y sobre manera en la ciudad de Gijón, no hay nada más que ir a la prensa regional o al periódico La Verdad,  para ver la contundencia del combate que se estableció.

 

Esta lucha establecida entre iglesia y masonería  tendrá distintos gradientes de belicosidad, según épocas y logias[2].

 

La situación en la región vecina de Galicia no era tampoco muy diferente a juzgar por las acciones  de la logia Compostelana nº 13, que actuaba muy en la línea de lo que sucedía en Asturias:

Los masones gallegos, y sobre todo los recién iniciados compostelanos, no se van a quedar de brazos cruzados ante estas maniobras que el arzobispo había orquestado contra ellos y sus institución. Así y ya al final de 1870 sale paradójicamente de las mismas prensas tipográficas que imprimían al arzobispado su boletín oficial, un libro de 250 páginas- despectivamente catalogado más tarde por el propio prelado como folleto- con el título de La Luz Masónica o revelación de todos los Misterios de la Masonería. Contestación al libro de Monseñor  Segur  a sus partidarios”[3].

 

Por otro el segundo parámetro del binomio,  el republicanismo como ideología y como actividad militante va a estar de una u otra manera presente en casi toda la andadura de la masonería asturiana y gallega, tanto  del siglo XIX como buena parte te del siglo XX, y esta se opción militante se va a manifestar bien a través de la opción política de los propios masones que  conformarán parte del conglomerado del amplio abanico de fuerzas políticas del momento, o bien a través de las corrientes y tendencias culturales republicanas que se dan en la región las cuales se insertan a su vez en el ámbito del federalismo de Pi y Margal, o en la corriente demócrata-progresista de Ruiz Zorrilla.

 

A renglón seguido, se ha de decir que no serán tales movimientos políticos  los que  vayan a capitalizar toda la  atención ideológica de la membresía masónica,  pues también en los talleres habrá, en alguna medida, una representación aunque tímida de otras  vertientes ideológicas y políticas como pudiera ser la opción conservadoras,  registrándose  a su vez masones en  los incipientes movimientos socialistas y anarquistas

 

Estas filiaciones de masones en anarquistas o socialistas tendrán cierta dificultad de desarrollo en el seno de algunas logias, aunque no por ello van a dejar trasvasar los conceptos que van a recibir en las escuelas de formación en que se constituían las logias, logrando imbuir en el seno del movimiento obrero   una gran cantidad de simbología, que podemos ver por ejemplo en los emblemas de muchas asociaciones obreras como  la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT).

 

La presencia de un socialismo marxista en las logias van a desencadenar en algunos momentos un cierto estado incomodidad en las logias burguesas   que se ven sobrevenidas en ocasiones por la extremada acción militante de los masones obreristas.

 

Esta presencia política es uno de los temas más controvertidos entre los masonólogos, pues digamos que la corriente positivista se niega a hablar en estos términos de politiquismo en el trabajo masónico, optando por aislar  a los masones en las corrientes ideológicas que les parecen más propias como  vanguardia cultural e intelectual.

 

  Frente a esta postura y con posiciones más abiertas están aquellos que orientan sus trabajos hacia otras ópticas,  en las cuales la masonería se estudia como una sociabilidad que trabaja por el esclarecimiento de la verdad  mediante los símbolos que le son propios al masón,  que están expuestos de forma permanente en la logia  y que  le permiten una reflexión constante sobre el carácter individual o colectivo y su proyección

 

Se puede decir que es a través de esa reflexión como el masón aprende y  desarrolla en el seno de la logia el concepto de ciudadanía,  a la vez que se va empapando  del concepto de que el hombre se ha de desarrollar en total libertad de conciencia, tal y como pregonan algunas Constituciones:

 

“Institución esencialmente filantrópica, filosófica y progresiva, la Francmasonería tiene por objeto la búsqueda de la verdad, el estudio de la moral y la practica de la solidaridad.  Trabaja por el mejoramiento material y moral, y el perfeccionamiento intelectual y social de la Humanidad.  Tiene por principios la tolerancia mutua, el respeto a los otros y a uno mismo y la libertad absoluta de conciencia.  Considerando las concepciones metafísicas como del dominio exclusivo de la apreciación individual de sus miembros, rechaza toda afirmación dogmática. La Francmasonería tiene por divisa: Libertad, Igualdad y Fraternidad”[4]

 

Está claro que esta última conceptualización es la que se desprende del trabajo y proyección de  la masonería continental europea,  enraizada en las ideas y corrientes filosóficas de la Ilustración; a diferencia de la masonería de tradición,  o anglosajona más apegada al conservadurismo ritualista que exorciza de sus trabajos los temas de carácter religioso y político..


[1] GUERRA GARCÍA, VICTOR: El Gran Oriente de Francia en Asturias. Las logias gijonesas 1850-2004. Gijón Ediciones La Productora. 2004.

[2] GUERRA GARCÍA, VÍCTOR: La Masonería ovetense en el siglo XIX, una sociabilidad en acción. Oviedo. Cuadernos de Historia nº 7. Facultad de Geografía e Historia. Universidad de Oviedo. 2004.

[3] VALÍN FERNÁNDEZ, ALBERTO; Galicia y la masonería en el siglo XIX. Coruña Ediciós do Castro. 1991.

[4] Constituciones y  Reglamentos del Gran Oriente de Francia. 


Ponencia de Victor Guerra .

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